lunes, 3 de noviembre de 2008

De Don Juan “El Foquero” a la energía eléctrica

[EL AYER CAPILLENSE]
Por Adalberto C. Aner
Hace ya mucho tiempo, en las frecuentes correrías de los atardeceres, sentíamos una alegría inusitada cuando detrás de don Juan «El Foquero», íbamos con otros chicos deteniéndonos en cada uno de esos enormes focos suspendidos de un gigantesco poste.- La curiosidad y el estupor se mezclaban, cuando observábamos la minuciosa formalidad con que don Juan cumplía el rito de su encendido.- Todas las tardes en caravana festiva, seguíamos absortos el misterioso proceso.-
Había adquirido categoría la aldea y el alumbrado público, rompía el misterio de la noche, como una avanzada de progreso.- Oíamos hablar de las ciudades iluminadas con electricidad, pero no nos explicábamos el mecanismo de esta mágica revolución de la energía.- Pero un día, ante la sorpresa de todos, cayeron los focos y la luz eléctrica irrumpió en la polvoriento noche Capillense.- Cables tendidos junto a los viejos muros fueron sujetos por hombres extraños de fisonomía dinámica.- Era la dinámica del mundo nuevo, plasmada en el rostro de estos mensajeros de lo etéreo.- Mientras, seguíamos sin comprender el misterio de ese fluido que en cada terminal de un cable producía la luz.- Luz de estrella deslumbrante, que enceguecía y que de intento desafiábamos, en un prolongado mirar sin pestañeo.-
Más tarde nos acostumbramos a ello; nos resultaba simple, natural, lógico, como si hubiera nacido con la vida.-
Luego entró en la intimidad del hogar, animando las veladas tranquilas y resultaba maravilloso presionar sobre la llave obteniendo el milagro.- En nuestra inocencia, nos parecía que por ese simple acto, dominábamos la energía.- Así se incorpora la luz eléctrica a nuestra vida, pasando largos años, como en una luminosa caravana.- Después, cuando la atómica revolucionó al mundo, los que vivíamos en este pueblo de Capilla del Señor, creímos que nuevos horizontes se abrían en el campo de la luz.- Esperábamos noches cálidas y brillantes para nuestra declinante existencia; esperábamos que la plenitud de la luz, nos llenara los ojos animándonos el alma.- Pero a la inversa de esta concepción ajustada al progreso innegable de la ciencia, cada día nos sentimos más envueltos en las sombras, sombras, que a nuestro pesar, nos proyectan a un mundo de tristeza.-
Hemos pretendido darle a esta nota, un romántico carácter de recuerdo, y si al pasar, como quien desliza un mensaje, logramos interesar a los indolentes que contribuyen a aumentar las sombras, habremos trabajado sabiamente para que la luz brille nuevamente, despejando las tinieblas que amenazan con envolver el espíritu de los hombres.-
(Algunos datos sobre Don Juan «El Foquero» me fueron brindados en el año 1955 por el Sr. Agustín Petrucelli.-)

No hay comentarios:

 

blogger templates | Make Money Online